Fue traje de costuras
prietas
el que el destino
me proporcionó.
Como cárcel dorada
adherido cual segunda piel
brillante y esplendorosa,
por años me aprisionó.
Desnuda llegué al mundo,
sin piel circunstancial
de la que me quisiera
desprender.
Pero según iba
transcurriendo la vida
Arrancármela hubiera
querido mas de una vez.
Lo sé que seguro me va a
doler
y que las feas cicatrices
me quedarán.
Pero hoy estoy convencida.
Desnuda con mi única
piel,
sin brillo ni esplendor,
solo con mis cicatrices,
así me quisiera marchar.
Alicia
Redel
El
Diccionario Íntimo de Alicia
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