En la
tarde solitaria y muda
van
pasando en silencio
los
minutos con paso felino.
Y
así...
Ni un
rumor
ni un
sonido
rompen
la atmósfera quieta
que
envuelve,
como
para amortiguarlo,
el
torbellino tumultuoso,
el
bullir de emociones,
del
corazón inquieto.
El
teléfono...
si al
menos el teléfono
con su
sonido
fuera
capaz
de
romper el silencio
y
liberarlas...
Quién
sabe si el alma
podría
desbordarse
e inundarme
de aguas cristalinas
de aguas cristalinas
al
menos por un momento.
Y esas
emociones
se
convertirían
en
palabras.
Alicia
Redel
El
Diccionario Intimo de Alicia
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