Divina
sabiduría
la de
quién es consciente
de
recibir como un beso en el aire
transportado
por la brisa
en una
otoñal tarde.
Y eso
nada más queda.
Besos
que un día existieron
y ahora
son huellas leves
que se
marcan en una orilla vacía,
mudos
testimonios de su pasaje
en una
pasada vida.
Y eso
nada más queda.
Un beso
convertido en brisa
o una
lágrima en lluvia
o una
foto amarilla en cenizas
que el
viento se lleva.
Y eso
nada más queda.
Presencias
testimoniales
perdidas
en nuestra remota memoria,
inexistencias
fantasmagóricas
que nos
insisten sobre su real existencia.
Y eso
nada más queda.
Fueron
amor y dichas
y ahora
desconocidas presencias
convertidas
en brisa, lluvia, ceniza.
Y eso
nada más queda.
Alicia
Redel
El
diccionario Íntimo de Alicia
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