miércoles, 25 de mayo de 2016

LA CATEDRAL



Diminutos polluelos de pato

salen nadando de entre los juncos.

Tienen su mínimo cuerpo

cubierto de pelusa amarilla.



Tú observas el junqueral

absorto ante ese mundo perfecto.



Las madres palmípedas

distribuyen migajas de pan

por mi al agua lanzadas,

dentro de los ávidos picos abiertos

en un piar continuado.



Si. Lo sé. Tú observas el agua.

Observas ese mundo perfecto.



Así como las florecillas blancas,

humildes y pequeñas,

y aún así tan bellas

que parecen sonreír entre el verdor.



Los insectos de la tarde

vuelan entre el cañaveral

ignorando la orquesta de las ranas

bajo un sol poniente color oro.



Si. Tú miras complacido.

Te complaces porque todo es perfecto.



...y tus ojos van pasando sobre cada hoja,

cada junco, flor, abeja

o verde y musical rana.

También yo estoy como hipnotizada.




Lo reconozco. Es perfecto.

Es único. Es un pequeño universo.



Las ranas, los mosquitos, las abejas...

las libélulas de mil resplandores

o los cisnes que pasan displicentes

como mostrando superioridad.



¿Y qué decir de la banda musical?

Todos los instrumentos se perciben

en el canto de los jilgueros, de los mirlos,

en los gritos de las aves que sobrevuelan

altas ese mundo mínimo del canal...



Tú lo escuchas con fruición.

Nadie sería capaz de imitarlo.



Los pájaros...los diminutos pájaros...

y el silbido del viento entre las hojas,

la voz de una madre llamando a un niño

desde lejos...



Yo, tumbada en la hierba

inhalo su perfume

y mis puños cerrados aprietan

tierra negra y fértil...

tierra olorosa de lluvia apenas caída.





Tú sigues quieto. Lo sabes que la tierra, y la lluvia

todas las cosas pequeñas que viven,

cantan, vuelan y perfuman

son la absoluta perfección.



Tú lo sabes. Tú eres el factor.

Nosotros construimos maravillosas catedrales góticas, románicas o barrocas...

Dimos vida a vidrieras multicolores,

a prodigiosos instrumentos musicales,

compusimos grandiosas sinfonías...



Pero nada de mente y mano humana

puede asemejarse, aún en su grandiosidad,

a esta catedral perfecta y única,

viva y rumorosa, perfumada y hermosa,

toda luces, colores, sonidos...

perfecta y divina armonía universal,

Que es la naturaleza.



Tú lo sabes, si.

Eres el factor.


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