Muy
enloquecido está aquel hombre
cuyo
enemigo es un roble centenario.
Su
sangre es negra sangre
que
fluye y anega su cerebro enfermizo.
Las
brujas lo mecieron en su cuna
y de
veneno negro muy negro
ellas
lo alimentaron con odio.
Creció
funesto como los malos vientos
y con
su hórrido pensamiento
eleva
la negra mano negra
y con
cuchillo afilado infiere
en la
corteza del venerable vegetal
puñaladas
envenenadas de las pócimas
embrujadas
de sus madrinas malvadas.
Muere
despacio el centenario roble
que ya
no brindará benévola sombra
ni dará
cobijo a los pájaros cantores.
Criatura
infernal de todos los infiernos
a tu
averno vuelve por siempre jamás
y que
tu corazón negro
se
pudra en un lodazal.
IN
MEMORIAM de un roble centenario envenenado en Mayo de 2016 en el
pueblo de La Solana (Extremadura)
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