viernes, 2 de diciembre de 2016

NOCTURNO


NOCTURNO

Rara es esta noche.
Hasta he llorado estrellas.


Me es testimonio sólo la luna...
que blanca y suave está balanceándose
en las ramas del sauce.

En el infinito se dibuja
una nada vertical.

Soledad en el alma.

Me ha hipnotizado el lago,
donde la luna se reflejaba,
el agua reía ruidosa
con su croar de ranas...

Dentro en lo profundo
he creído sentir el latir
de un corazón no mío.

Puede ser un niño dormido
entre nubes blancas
que un día nacerá.

He probado a gritar
para comprobar si vivía o soñaba,
pero el eco repetitivo me ha devuelto
entre las montañas mi sola voz.

Soledad en el alma.
Siempre soledad.

La luminosa luna
balanceándose en las ramas del sauce,
ha determinado que es solo mi imaginación.

No es un niño. Ese niño no existe.
Ni mi grito. Ni mi voluntad
lo podrá despertar.

Es solo una visión.
Quizá un día nacerá.
O no.

Y así he vuelto a llorar estrellas.
Nada ha cambiado ni cambiará.
Soledad y más soledad.

De nuevo, bajando por el arroyo
junto al camino pedregoso,
he sentido un olor de hierba,
un ruido de agua...
que me eran conocidos.

No eran nuevos para mi.

En alguna ocasión
ya me había parado en este lugar
e introducido los dedos
en esta gélida agua.
O no.

¿Vivo o sueño?
Ese es el dilema.

Quizá existan mundos paralelos
gemelos unos de otros.
Un mundo es vivido.
El otro soñado.
Quizá entre aquél mundo vivido y éste soñado
se interponga la gran laguna de la nada.


Soledad. Soledad mía.
Los dos mundos están vacíos.

Y así ha sido todo un continuar la búsqueda de algo
que ignoro lo que pueda ser.
El sendero siempre es el mismo
empinado, pedregoso, retorcido
y no lleva a ninguna parte.

Como Sisifo he recorrido veces infinitas
este mismo camino y siempre,
tras un horizonte
se abría otro horizonte.

¿De cual de los dos mundos?

Siento la fatiga de caminar
de llorar sin lágrimas.
de intuir con dolor que
el niño dormido es vana ilusión
y no hay nadie real.

El corazón cansado
es consciente de buscar un inexistente lugar.
¿Asomará un horizonte más
o solo la negrura del vacío?



Una nada sigue a otra nada.
Quizá solo la nada sea lo real.
Quizá no exista ni tan siquiera ella.

Y prosigue el deambular
por esta noche profunda
cual fuera un fantasma vestido de luna.

Ya he familiarizado con búhos y lechuzas
hijas de la noche
que con su sordo aleteo me acompañan.
Solo ellos existen en esta mi realidad.

El búho solitario dirige a mi
su mirada absorta y compasiva:
Pobre caminante, se dice, no puede vivir
entre su gente y en la oscuridad
no encuentra lo que busca.
¿Qué buscará?
Un niño mecido entre nubes digo yo.

Algo frío me pasa cerca de la cara.
Quizá un presentimiento.
No. No existe ese lugar.
No existe ningún lugar.

Sólo las sombras desnudas
de los que nunca existieron
se bañan hoy en el río.

La luna dibuja sobre ellos
cuerpos imaginarios
con su pálida luz,
y también les delinea sus sonrisas blancas.

Grande pintora es la luna
al modelar seres inexistentes
que con su tenue claridad,
ellos, seres espirituales
son capaces de cortar
flores de nácar bañadas del rocío nocturno.

Cuando me he acercado a ellos
se han difuminado en la bruma violácea
que presiente el alba
y así he quedado sola con la luna.

Soledad en mi alma.
¡Ay la luna!

La luna se ha hecho grande,
balanceándose en su sauce
gran madre de la noche,
compañera de los insomnes
y de los que buscan
seres inexistentes
que tal vez vivan
en el mundo paralelo.

Luna madre de inexistencias
tierna y blanca presencia
luz de caminantes perdidos
gran dama de la noche.

Quizá es a ti a quién busco.
Quizá esto es solo un sueño.

Luna, luna, gran madre nocturna
déjame balancearme en tu sauce
déjame reflejarme en el agua
déjame cantar junto a las verdes ranas.

Abrázame madre luna con tu luz.

La vida es buscar.
Buscar y raramente encontrar.
La soledad un espejo de la nada.
Los humanos, polvo estelar.

Alicia Redel
Diccionario Íntimo de Alicia



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