DIOS, JHAVÉ. ALÁ...
Varios
son tus nombres.
Y así
te invocamos los humanos.
Dios de
todos...
Quizá
te aburrieras
cuando
pulsaste el botón
que
hizo surgir el Universo.
El dedo
de Dios.
O el
bosón de Higgs dicen otros.
Y así,
Tú,
Dios,
Jhavé, Alá
tras
diseñar cielos estrellados,
separar
tierras y aguas,
dar
vida a la maravillosa Tierra
llenarla
de vida y animales salvajes...
Tú,
Dios de
todos,
entre
los varios monos
que con
barro habías esculpido,
elegiste
uno especial.
Especial
sí,
porque
estaba desnudo, era pequeño y frágil.
Por eso
comprendiste que estaba sin acabar.
Y Tú,
Dios,
Jhavé, Alá,
soplaste
en su cara
y el
mono mudo comenzó a pensar
y a
tomar la palabra, y a decidir.
Y esto
fue porque Tú,
Dios de
todos,
lo
quisiste crear a tu imagen y semejanza,
pensante
y con Libertad.
Y así
Tú,
Dios,
Jhavé, Alá,
nos
consignaste a la Eternidad
y nos
regalaste la Inmortalidad.
Fuimos...
la
primera piedra de la Humanidad.
Y en
ese modo,
Dios,
Jhavé, Alá,
nos
sumiste en el misterio,
en la
incógnita acerca nuestro ser,
nuestro
devenir, nuestro proceder.
Y a
nosotros, pequeños monos desnudos,
Dios de
todos,
no nos
hablaste con claridad.
Nosotros,
barro pensante,
la
filosofía hubimos de inventar
para
saber quienes éramos en realidad.
¿Quién,
cómo, porqué, para qué...
de
donde...a donde...?
Ahí
estaban Eva y Adán.
Y
pensando llegamos a la idea
de que
pasando el tiempo en milenios
y los
humanos en millones
éramos
inmortales portadores
de
Lucys, Cromagnones y Neardhentales
viajantes
en el espacio y tiempo
transportados
y transportadores
vehiculados
en nuestros genes
hasta
el finalizar de los tiempos terrenales.
De
nuestro barro que éramos,
en ese
polvo de estrellas conglomerado
con tu
soplo divino
estaba
la Inmortalidad regalada.
Y si
Tú,
Dios,
Jhavé, Alá,
con tu
dedo pararas la progresión universal...
y todas
las estrellas soles y lunas,
las
tierras y las aguas desaparecieran
y como
empezaron, acabaran...
Tú,
Dios de todos,
en ese
modo y momento
consignarias
el género humano
a esa
Eternidad por ti regalada
con tu
soplo a los monos desnudos
que
fuimos en el alba de los tiempos.
ISAÍAS
64-8 BIBLIA
“Más
ahora, oh Señor,Tú eres nuestro Padre,
nosotros
el barro, y tú nuestro alfarero,
obra
de tus manos somos todos nosotros.”
ÉXODO
31-18 BIBLIA
“Y
cuando terminó de hablar con Moisés sobre el Monte Sinaí,
le
dio las dos tablas del testimonio, tablas de piedra,
escritas
por el DEDO DE DIOS.”
Alicia
Redel “El Diccionario Íntimo de Alicia”