La noche
rutilante huele a estrellas
y hace
perfumada la nostalgia.
Nostalgia de
los olores perdidos
en el
Laberinto del Tiempo.
El olor
primordial del bosque
tras la
lluvia.
El olor a
yodo y sal en la orilla del mar
tras el
temporal.
El olor
cálido del heno en el establo
de las vacas.
El olor a
hierba cortada de los jardines
al amanecer.
El olor a
leña de las chimeneas de pueblo
en inviernos
con nieve.
El olor del
pan recién horneado.
El olor a
pino en casa que emana
del Árbol de
Navidad.
El olor a
castañas asadas en otoño
en cada
esquina de la ciudad.
El olor a
violetas de prado en la primavera
de Parma.
El olor a
azahar en la Semana Santa
de Córdoba.
El olor a
jazmín en los jardines
en la
Alhambra de Granada.
El olor dulce
a leche y borotalco
de los recién
nacidos.
El olor a
chocolate en las manos
de los niños.
El olor a
papel de los libros.
El olor
polvoriento de las bibliotecas.
Esos son los olores de la vida recordada
inmersos en nuestros sentidos.
inmersos en nuestros sentidos.